Si 1978 fue el año en el que fuimos testigos de cómo Christopher Reeve se convertía en Superman por primera vez, en este quinto capítulo asistiremos al momento en el que el actor se convirtió en un verdadero super hombre, y en esperanza para muchos seres humanos.

Capítulo V: – El nacimiento de un super hombre –

El 27 de mayo de 1994 se produjo el fatal accidente que postró a Christopher Reeve en una silla de ruedas para el resto de su vida.

Pasaron diez largos meses en los que obviamente el recordado actor no tuvo aparición pública alguna. Sin embargo, y para sorpresa de todos, Reeve reapareció en la ceremonia de entrega de los Oscar en su edición número 68, en la noche del 25 de marzo de 1996.

La voz en off resonó en el Dorothy Chandler Pavilion de Los Angeles:

«Damas y Caballeros…. Christopher Reeve».

En ese momento el telón se alzó, mostrando la silueta de un hombre en una silla de ruedas en mitad del escenario.

Los asistententes a la Gala se pusieron en pié al ver que era Christopher Reeve, dedicando una atronadora ovación a la persona que nos hizo creer que un hombre era capa de volar.

Christopher Reeve agradeció con un tenue «Gracias» la ovación, y acto seguido, pronunció unas palabras:

«Lo que ustedes no saben es que dejé Nueva York el pasado mes de septiembre, y he llegado aquí esta mañana. Estoy feliz de que haya sido así, porque no me hubiera perdido este recibimiento por nada del mundo… Así que gracias».

Desde ese momento un super hombre nació. Un verdadero Hombre de Acero que dedicó el resto de sus días a ayudar y llevar esperanza a personas en su misma condición hasta el último día de su vida en 2005.

Finalizamos con el vídeo de tan emotivo momento:

Por NON

Nacido en Valladolid (España) en 1975. Fascinado por el personaje desde el momento en el que me llevaron con poco más de tres años al cine a ver "Superman The Movie". Voraz lector de cómics de Superman, el Hombre Murciélago, y sí, lo confieso... También de Marvel. Aficionado al Rugby y a pasarme horas viendo capítulos repetidos de Los Simpson (Homer Simpson es mi segundo ídolo), acompañado de un refresco de cola. En mis horas laborales me podréis ver subido en una ambulancia, en algún que otro rato libre por aquí poniéndome la capa roja del mayor héroe de todos los tiempos.

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